Quiero, antes que nada, reconocer el cariño, la admiración y el respeto que le tengo. Porque Víctor Julio se burla de sí mismo, y ni hablando de sus anécdotas tristes, reniega de los que se portaron mal con él. Mientras se ríe, me muestra sus encías porque ya ni dientes tiene. Para que él se sienta cómodo, le busco en Youtube “Camino Amoroso” del Charrito Negro que tanto le gusta y grita: “Deje que suene esa hijueputa” y pregunta por Joaquín, un sacerdote que es muy amigo y estuvo hace poco prestando los servicios en Granada, tenía un espacio de música popular todos los jueves en la emisora local y lo saludaba con esa canción.
A continuación, la historia de ese viejo que solo se ve pasar por las calles de Granada y al que todo el mundo llama “Tabaco” porque eso sí, echa humo que da miedo. Todo nace luego de una conversación que tenemos en el atrio del Templo Parroquial.
Víctor Julio ya ha tenido que llorar 3 hijos. Pobre viejo, diría la gente. Los últimos dos, casi que uno detrás del otro… sin pasar el duelo de Fabián Augusto el conocido “Luna”, a los 4 meses viene la muerte de su otro hijo “el enano” como lo llama él por su baja estatura.
Esta vez será la única charla seria que tendré con él, ya tendremos tiempo para seguir encontrándonos y gozar, porque pocas veces he podido charlar así. Lo cotidiano de la vida, un insulto con cariño, una burla de la gente que pasa por nuestro lado son cosas que hacemos cada que nos encontramos.
¿Por qué se cree que Víctor Julio llegó a Santa Ana?
Según la revista Luz en su única edición, cuenta como fueron los inicios de la construcción del municipio de San Luis, se habla del año 1875, cuando muchos pueblos del Oriente Antioqueño vieron desfilar a sus hijos al suroriente, lo que se conoce hoy como Zona Paramo que son límites con el departamento de Caldas.
El padre Clemente Giraldo, al ver que estaban migrando a lo que se conoce hoy como el Departamento de Caldas, en su deseo de generar sentido de pertenencia y conocer más el propio territorio “animó a los feligreses para que entraran a examinar las vertientes del Magdalena y que forman las hoyas de los Ríos Samaná del norte y sus afluentes”.
La voz del sacerdote era muy escuchada por los campesinos “un buen número se preparó para esta excursión. Salieron de Granada y se dirigieron por el camino que conducía a La Bodega en el Río Calderas y límites con San Luis; este río era trabajado por muchos mineros descendientes de negros africanos y procedentes de la población de Guarne”.
Finalmente, sobre la posible llegada de “Tabaco” a Santa Ana, nos cuenta que “las minas del Rio Calderas dieron grandes rendimientos y por esto La Bodega, situada en territorio de Granada, se convirtió bien pronto en lugar frecuentado por negociantes y compradores de oro de los distintos pueblos de Oriente Antioqueño atraídos por el rico metal”.
Lo que por agua viene…
Víctor Julio vio crecer a Mery, Jhon Fredy, Fabián Augusto, Diego, Víctor Mario y Efraín en una casa que construyó en las afueras del pueblo en un terreno que le regaló un amigo, gracias a los esfuerzos de ayudantes y choferes de los carros y demás personas de buena caridad, cosa que agradece enormemente.
En la casa que hicieron en las afueras del pueblo se amañaban mucho, porque allá podían cocinar con leña y era como vivir entre zona urbana y rural. Pero un día a su amigo el que le regalo el terreno, le dio por venderlo y entonces Víctor Julio comenzaba a ver la amenaza de tener que dejar ese rancho en el que vivió durante 47 años.
Alguien compró el total del terreno que le regalaron “Porque era una finca grande” donde se pueden construir más casas, entonces al amigo vender el lote, inocentemente incluyó el terreno que le regaló a Víctor Julio y como nunca recibió una escritura, pues humildemente le tocó salir de allá. “Me dijeron que arregláramos por las buenas, nos preguntaron qué cuanto pedíamos por salir de allá y nosotros le pusimos el precio y ahí mismo nos respondieron que no que toda esa plata no”.
Renunció a seguir viviendo en esa casa, no quería más problemas “nosotros firmamos un contrato con la nueva dueña y entonces nos dijeron que nos iban a dar una plata para arreglar un rancho que teníamos acá en Granada, y ahí le hicieron unas cositas y nada más”.
Hay un silencio en nuestra charla. Me impacté mucho con su relato, me invade algo, no sé cómo explicarlo. Mi amigo no tiene tiempo para deprimirse porque los sacaron de donde ellos tanto se amañaban.
(…)
Aunque la vida le ha dado duro, Víctor Julio no deja de ser un roble. Tiene una fuerza bruta que por lo regular la tienen todos los ayudantes de las chivas, y se le conoce así porque imagínese usted tener que cargar bultos y lidiar con animales que son transportados de un lugar a otro.
Tuvo un hijo que “trabajó como escolta con un mafioso” y un día cualquiera, les regaló una casa en Cali, muy buena dice Víctor Julio, entonces se prepararon para vivir en la ciudad. A su hijo, el escolta, lo llamaron y le dijeron que tenía que acompañar a su jefe a una reunión en Antioquia esa misma semana “¿cuál reunión? Era que ya los iban a matar; esa misma semana que nos regaló a la vieja y a mí la casa, lo mataron”.
De su hijo, no volvió a saber nada. No se sabe que hicieron con el cuerpo ni donde está enterrado. Es más, no sabe con exactitud en que pueblo o jurisdicción está enterrado “Por allá” dice, mostrando a lo lejos y se queda mirando la zona rural que se alcanza a ver desde las escalas del templo parroquial, creo que en ese momento se le vienen a la mente recuerdos de su hijo y quiere buscar una respuesta en esas montañas que contempla por varios segundos.
A los pocos días, sin estar seguro de la muerte de su hijo, con la esperanza de que cualquier día volviera de la reunión, llegaron unos abogados a decirle que tenían que desocupar la casa, y aunque él y su señora tuvieron varias discusiones, no tenían con que probaran que esa casa era de ellos, tampoco tenían documentos.
Cuando termina de contar esta historia, agrega “lo que por agua viene, por agua se va”. Aunque fueron casas que ayudaron fugazmente al refugio de su familia, no dejan de parecerse a la que Escalona quería hacerle a su hija Ada Luz. Hoy Víctor Julio solo espera que lo saquen “de Granada para el cielo y en un caballo mono “
Yeison A. Giraldo.
Pacho Carlos.