Antes de realizar la historia que ustedes van a leer a continuación, construí un texto en el que contaba la historia de Víctor Julio, que por cariño le dicen -Tabaco- la historia fue publicada en www.desdegranada.com
Resulta que Victor Julio –Tabaco- era el papá de Fabian, entonces me inventé un párrafo que agregaría a la historia en la que hablo de Fabian – no lo puedo entrevistar, pues lastimosamente ya murió – en ese párrafo imaginario que hice de Fabian, hablé de los miedos e insultos que tuvo que sufrir para salir del closet.
Cada año, precisamente el 28 de junio es el Día del Orgullo y me pareció importante grabar un video en el que salgo leyendo el párrafo imaginario de Fabian, lo compartí en las redes sociales con tan buena suerte que Andrea Gaviria lo alcanza a ver y me dice que puede servir de puente para que Sebastián Narváez que fue tan amigo de Fabian, nos cuente anécdotas y así le podamos dar vida a esa historia que vale la pena ser publicada.
Cuando llego a la peluquería donde actualmente trabaja Sebastián Narváez, me doy cuenta que no programó citas con nadie, su peluquería está vacía; es un detalle que valoro mucho porque la administración municipal por estos tiempos de confinamiento ha reducido el horario de los establecimientos y él sacrifica el horario entre las 5 y 7 de la noche para regalarme la entrevista.
A Andrea Gaviria y Sebastián Narváez, mi agradecimiento. Acá está el resultado, es con mucho cariño. Solo mis amigos más cercanos saben las ganas que yo tenía de realizar este trabajo.
Una adolescencia entre rechazo y bullying
A Sebastián en todos lados lo hacían sentir mal y hasta los que decían quererlo, le demostraban el desprecio, solo esperaban dar la espalda para expresar lo que sentían. Uno de los momentos que más marcó su vida, fue el tiempo en la escuela en el grado cuarto cuando intentó por todos lados seguir sus estudios, pero no fue capaz, aunque era buen estudiante. Sebastián dice que “llegaba a la escuela y todos los niños me empujaban y me decían: La niñita, mariquita, la palomita” debido a esto los papás decidieron sacarlo de estudiar con el argumento que “Los maricas no estudian” y entonces Sebastián comienza a sentir miedo, timidez. No hablaba y no hacía nada si no era con la orden de su papá… donde lo dejaban, ahí lo encontraban. Se sale de estudiar y lo ponen a trabajar en la finca, pero ni en su propio hogar dejaron de hacerlo sentir mal, su hermana mayor le obligaba a realizar los destinos de la casa y le repetía constantemente “Si quiere ser mujercita, haga esto… haga lo otro”
Otro acto que marcó su vida, fue cuando decidió contarle a la mamá que él era gay Dice Sebastián que “Ese día fue el escándalo total, mi mamá cogió una rama de dalia y me dio con esas ramas hasta que se cansó, que para ver si así se me quitaba la bobada”
Su familia tenía una tarea y era enderezar el camino de su hijo y buscaron muchos medios. A los pocos días su madre pide una cita con un cura del pueblo, Sebastián recuerda que “Ese señor me echo agua bendita, me sacó dizque el diablo (risas) pero mi mamá estaba convencida que con eso se me iba a quitar” no fue la única cita, pues varias veces lo llevaron donde el cura, pero no dio resultado. Su familia es conservadora, y tenía mucho miedo del qué dirán los demás integrantes de la familia y la sociedad.
Otro miedo que tenía su familia, era que para ese tiempo Granada estaba viviendo la violencia y posiblemente los grupos armados no soportarían la forma de ser de él porque según cuenta Sebastián “ya se me veía la maricada, yo si era una pluma completa, caminaba por todas partes y se me salían las plumas (risas) pero eso sí, siendo demasiado tímido”.
Intentaron con una psicóloga, entonces le enviaron unas pastillas porque supuestamente era un retraso que él tenía, pero eso antes hizo que Sebastián afinara más su condición. Decide entonces contarle la verdad a su mamá, cuenta que ella le contesto, con unas palabras que nunca olvidará “prefiero no tener hijos a tener un mariquita”
El tiempo de desescolarización se dividió en ayudar en el arado a su papá y en los destinos de la casa, pensaron que con ponerlo a trabajar lo iban a volver hombre. A la edad de 12 años decide nuevamente volver a estudiar, pero por su propia cuenta, porque le gustaba mucho aprender. La profesora, cuando ve sus capacidades para el estudio decide hacerle un examen, cosa que si lo gana pasa directamente al grado sexto.
La Institución Educativa Jorge Alberto Gómez de Granada, facilita a los jóvenes del campo, el estudio de secundaria para que lo hagan los fines de semana, en ese entonces la jornada se llamaba “campesina” y se estudiaban los viernes y sábados.
Después de aprobar el examen que le hizo su profesora, Sebastián llega a realizar su secundaria, pero según me cuenta “eso fue como entrar al infierno. Recuerdo que el primer día que yo llegué, fui a un salón muy numeroso y los compañeros decían: ¡Ay la mariquita! Yo no quiero sentarme con él, yo no quiero hacer trabajos con él” y había veces que, en los recreos, los estudiantes de los demás grados le tiraban balones y agua.
Pero no solo fueron sus compañeros y el estudiantado en general. Sebastián guarda en sus recuerdos, los nombres de varios profesores que le decían que “era un espécimen raro” otro profesor le decía “no estoy preparado para darle clases a una persona como usted” y otro le decía “Si quiere lucir como una flor, pues vístase como una flor”
Conoce a Fabian
En séptimo, entra a estudiar Fabian y ahí sí que se convierte el estudio en un infierno para Sebastián, porque Fabián tiene la misma condición sexual que él, pero tiene una vida más social. Las demás personas ya le habían visto a Fabian el talento para jugar basquetbol y voleibol y ya le importaba poco lo que pensaban, entonces Fabian pasaba por el lado de Sebastián y hacia: “Bzzz mariquita (risas) estábamos en una exposición y él me tiraba papeles” Sebastián no se aguantó, se retiró de estudiar y también se fue de la casa porque sus papas ya no aguantaban, todo el mundo era sobre ellos preguntando, sugiriendo y adivinando su futuro.
Cuando se va de la casa, comienza a trabajar en una cocina y con lo que se gana paga el internado e inicia nuevamente sus estudios, pero esta vez en la jornada nocturna y Fabián, por amargarle la vida, decide pasarse para la nocturna, Sebastián recuerda que “el primer día él comenzó a montármela y nos agarramos; nos dimos puños y con eso me comenzó a respetar”
Desde ese día hubo un cambio y comenzaron una amistad. Fabián, lo comenzó a buscar, pero según Sebastián “no porque me quería, sino por conveniencia. Lo que quería era venderme” y entonces Fabian descubrió el punto débil. Sebastián tenía miedo a sentirse solo y Fabián lo comenzó a manipular y a decirle “Si usted no hace lo que yo le digo, dejamos de ser amigos y yo no vuelvo a salir con usted”.
La Hermana Aura Ines Llano que era la rectora de la Institución Educativa Jorge Alberto Gómez, tuvo que aceptar a regañadientes que Sebastián se graduara oficialmente. Pues para ella no era bien visto que en un colegio de monjas se graduara un trans ¡Qué tal!
“usted se gradúa por ventanilla o si no en su ceremonia lo vamos a llamar Eduardo de Jesús” fue lo que Aura Ines le dijo, pero no podía llamarlo Eduardo de Jesús porque legalmente se llamaba Isabela.
Aunque le tocó insistirle mucho a la Rectora, Sebastián finalmente logra sacar grado, fue bachiller 2012 y con orgullo dice “Me gradué siendo el mejor bachiller de esa promoción a pesar de que era el primer trans que se graduaba en un colegio de monjas y el primer trans que se graduaba en Antioquia”.
La reina Isabela
“El respeto no está ni siquiera en lo que los demás ven de uno, el respeto esta es cuando usted se mira y dice: no me tengo porque dejar tratar mal de nadie porque no soy menos que ellos” dice Sebastián, a los 13 años se vistió por primera vez de mujer, tal vez porque fue impulsado por Fabian y porque le ofrece llevarlo al municipio de Rionegro Antioquia, que está ubicado a una hora de Granada. Sebastián era muy vulnerable y cuando llega al lugar donde se concentra la prostitución y otros negocios relacionados con la industria del sexo, conocida también como “Zona de Tolerancia” se encontró con un trans que le pegaba a las demás; el primer día que Sebastián llegó allá “Fabian se fue y me dejo ahí sin conocer a nadie y un trans que se bajó de un taxi me pregunta ¿Usted quién es? Y yo le digo: Isabela; me dice ¡Ay sí! Vea, por acá le mandaron su corona y me pegó un taconazo en la espalda”
Esa noche, se sentó en una acera y lloró mucho. No había quien lo protegiera. Nadie, absolutamente NADIE, ni su papá, ni su mama, ni amigos… nadie. Su adolescencia y juventud fue a la deriva, no tiene nada, no tiene quien se preocupe por si estaba bien, por si estaba mal, por si le faltaba algo.
Pero Sebastián no deja su terquedad y a los ocho días siguientes, vuelve nuevamente a Rionegro, donde le habían puesto “la corona”. Allá el ambiente se vive como en una especie de rangos y las calles tienen dueños. La que le había pegado ocho días antes, tenía como nombre “Siberiana” no era la manda más, esa noche Sebastián conoció realmente la dueña de toda la calle.
Entonces la dueña le advierte a Sebastián “ahora viene la Siberiana y si tú te dejas pegar… después que ella te dé el taconazo yo te rayo la cara” Sebastián no dijo nada, pero vio a su alrededor y se dio cuenta que varias tenían rayada la cara, pues la que le advirtió, cargaba unas cuchillas que se metía entre los dedos.
Cuenta Sebastián que “era como la una de la mañana y yo feliz porque no había aparecido la Siberiana, como a las dos y cuarto de la mañana se baja de un taxi, a mí se me enfrió todo y me sentí tan diminuto como una hormiga y yo miraba para donde ella estaba en el taxi y la otra parada en la esquina mirándome y me señalaba. Cuando la Siberiana se deja venir otra vez a pegarme, yo cierro los ojos y me quito el tacón, se lo aventé y se lo apunté en la frente y ella cayó… yo no se lo di premeditado, era por el miedo que tenía que la otra me iba a cortar la cara. Cuando ella cayó, me enceguecí y ahí si le di tacón hasta que me cansé”
Ese día se fue el miedo y comprendió que no era timidez, que era un miedo a todo. Entonces después de todo lo que pasó con la Siberiana, Sebastián se vuelve malo “me volví una mierda, me volví una porquería” y se convierte en la dueña de la esquina y a todas las demás, les cobraba impuestos.
Sebastián pasó a ocupar el puesto de la Siberiana “Yo solamente iba y a todas las que venían a putear les cobraba y la que no me pagaba, se llevaba su taconazo” De ahí en adelante aprende a cargar un ladrillo dentro de la cartera y la que venía a poner problema, se llevaba su bolsazo “Eso desbarataba a cualquiera, mandaba al piso a cualquiera” dice Sebastián. Sebastián, que en ese tiempo se llamó Isabela, sembró terror y le tenían mucho miedo y a todo el que veía frágil, se aprovechaba de él.
Pasó el tiempo y cumple 14 años y le da la locura de irse a Bogotá, le endulzan el oído y le hablan de la capital como “una plaza muy buena” y como no tenía nada que amarrara esa aventura, Sebastián se va “porque estaba completamente solo, a Fabian la mamá ya se lo había llevado para Cali a estudiar”. Llegar a Bogotá para Sebastián era como cuando uno pasa de quinto a sexto y vuelve a sentir miedo.
Mientras Sebastián Narváez me cuenta ese traspaso de Rionegro a Bogotá, se ríe. Ya hizo un proceso de perdón y su risa demuestra la tranquilidad.
Cuando llega a la capital, coge un taxi que la llevó a la calle 80 donde la esperaba un trans que se llamaba Liliana y era la que mandaba a todas, pero Según Sebastián, esto funciona así “Ella es la que saca la cara por ti, pero antes manda a las más bravas para que te den duro; aprendes a las malas y si no te sabes defender y te dejas morir de miedo ya no te paras ahí” En la 80, donde se paran todos los trans hay un parque y se iba a bajar ahí “cuando iba llegando, me sacaron del taxi, me dieron palo, taconazos… me dejaron en cacheteros, eran como las 9 o 10 de la noche y todo el mundo caminaba para allá y para acá y yo en cacheteros, con golpes, la frente reventada y llega la policía y me llevan para la estación por escándalo público”
En ese tiempo, debería habérselo llevado Bienestar Familiar o algo así, pero no. En cacheteros lo dejaron en una celda que le tocó compartir con un montón de mendigos y agréguele a eso el frio de Bogotá, la capital… la nevera como le dicen muchos.
Esa misma semana llega un policía muy buena gente que le dio comida y lo dejó salir después de casi tres días encerrado, cuando sale en vez de regresar a Rionegro, Sebastián decide ir nuevamente a la calle 80 con el agregado que ya sabía manejar las cuchillas en la lengua y en las uñas.
Se volvió tan agresiva que no consentía una mala mirada ni un piropo, tres meses después regresa a Granada como una mujer, entonces los demás creyeron que podían hacer lo mismo de siempre, cuenta Sebastián que esa noche “me fui con Fabian para la discoteca Saturno y ya todo el mundo quería empujarme y hacerme lo mismo de siempre pero no contaban con que yo me había vuelto un demonio y el que me quería poner problema, tenga su cabezazo”
A modo de chiste, les cuento que “Tacones” es el tercer sobrenombre de un señor acá en Granada y precisamente le dicen así porque se quiso sobrepasar con Isabela y pobre “Tacones” se llevó una paliza y una anécdota que quedará para reírnos toda la vida.
Siendo sol y siendo Luna
Fabian era muy talentoso para el juego del basquetbol y voleibol, pero muy despistado, no dejaba la cabeza en cualquier parte porque la tenía pegada; las cosas se le olvidan fácilmente. Tanto así que un día viajaba en el bus para Rionegro y dejó la bolsa con sus pertenencias en el pasillo, al momento de bajarse ve la bolsa tirada en el piso y reniega sobre “La vieja que dejo eso ahí” o una vez, mientras esperaba el bus en Belén, le da por hacer el chiste y poner su cartera en el asiento, él dice “Has visto esas viejas que dejan la cartera en cualquier parte” cuando se monta al bus y ya ha recorrido varios kilómetros dice “Marica, se me quedo la cartera”
Sebastián lo recuerda con su vida jocosa, con sus bromas e intenta arremedarle en la forma de hablar. Una vez estaban juntos y Fabian tira una piedra para arriba y dice -Corrase- pero no alcanza a correrse y le da en la frente, le saca un chichón, corre para pegarle, pero Fabian se ríe y su risa es tan contagiosa que cuando está a punto de pegarle también resulta riéndose.
Cuando Sebastián llega de Rionegro y Bogotá y había aprendido tantas cosas de la vida, Fabián lo ve convertido en una mujer con puchecas y pelo largo y dice “Ay ya el niño se me creció, ya no se deja mandar” pero también le entra una envidia y le dice “yo me quiero vestir como usted, pero me da mucho miedo” porque doña Socorro que era la mamá de Fabián, cada que él le manifestaba que se quería vestir de mujer, le daba chamizasos. Un día, Fabian le dice a Sebastián “présteme unos tacones yo me quiero vestir de mujer” se los prestó, pero no fue capaz de salir a la calle. Lo intentó hacer muchas veces hasta que la cuñada de verlo tanto que salía y entraba lo que hizo fue que le puso seguro a la puerta por dentro y lo dejó en la calle”
La casa de Fabian estaba ubicada en las afueras del pueblo, en la salida a la ciudad de Medellín, la zona es conocida como “el matadero”, el trayecto es bastante considerable para llegar hasta el casco urbano, teniendo en cuenta que posiblemente cerca a su casa no tiene amigos donde pueda ir a refugiarse o al menos esperar para poderse cambiar. No sabía manejar los tacones, no sabía si caminar o correr, estaba lleno de miedo y llegó hasta el lugar donde estaba Sebastián; las palabras de Fabian fueron “yo no quiero esto, qué miedo, qué irá a decir la gente”
Sebastián vio esa escena como un refrescante que da cuando a alguien que te hizo el mal, la está pasando igual o peor que uno… karma, le dicen a eso. Pero no le pagó con la misma moneda, al contrario, le ayudó a Fabian con el planchado y el arreglo de su cabello y deciden salir a una de las discotecas más reconocidas del pueblo: Saturno.
Los dos, Sebastián y Fabian, salen ese día a la calle como trans y el mesero de la discoteca que decidieron visitar cuando los ve entrar suelta la frase “a esos maricas sírvales en desechables porque o si no me quiebran la copa” pidieron una media de ron y de a poco a Fabian se le fue el miedo a estar vestido así, se miraba en el espejo y sentía que le lucia su faceta de mujer.
Ese día inicia en la vida de Fabian, un juego que consistía en ser sol y ser luna. En la casa era hombre y en la calle una mujer, me cuenta Sebastián que “en la casa se mantenía con pantalones y en el matadero se los cambiaba por blusas y vestidos”
Entre el cielo y tierra no hay nada oculto y doña Socorro, la mamá de Fabian, se dio cuenta del juego y le llamó la atención; tuvieron varias discusiones y según Sebastián, “los papás deciden mandarlo para la ciudad de Cali, allá se encuentra con la hermana que fue de mucho apoyo y le ayuda con la ropa, allá fue donde se comenzó a “hormonizar”, se inyectó las piernas y se volvió una mujer prácticamente”
La mamá, nunca aceptó que Fabian se vistiera de mujer. Para ella nació Fabian y se tenía que morir Fabian, Luna fue el nombre que Fabian adoptó en su vida de trans. Había veces que le hacía bromas y le decía a la mamá que era una mujer, pero la mamá se negaba a aceptarlo, Fabian le preguntaba que cuando había visto a un hombre con unos senos tan bonitos. Y aunque Socorrito le alegaba mucho a Fabian, era la que le lavaba el vestido y todas esas cosas, con tal que estuviera de ropa larga y no se pusiera la ropa cortica que tanto le gustaba.
Sebastián y un recorrido por sus nombres
Eduardo de Jesús fue su nombre de pila y lo pusieron así porque su mamá escuchaba mucho una radio -novela en la que actuaba un personaje con ese mismo nombre.
Cuando decide ser trans, su nombre pasó a ser Isabela porque lo asociaba con una estrella que brillaba mucho. Sentía que ese nombre le daba estilo “Lo más triste es que ese nombre solo fue para cosas feas”
Todo el mundo lo conoció como Natacha y ese nombre nació después de varias horas de parranda. En la madrugada, después del cierre de los locales comerciales, Sebastíán estaba sentado en una silla y Fabian cogió una garrafa de aguardiente y comenzó a tirarle en la cabeza como simulando un bautizo: “Yo te bautizo Natacha por el resto de tu vida” Isabela pasó a un segundo plano, solo era el nombre legal.
Sebastián ha sido el nombre que lo ha representado en la etapa más bonita de su vida. Y fue el que eligió ponerse, aunque le tocó lidiar porque en Colombia solo es permitido cambiarse el nombre una sola vez, y tengamos en cuenta que ya él tenía cedula que lo identificaba como Isabela, imagínese en los retenes de la policía o para cualquier otra diligencia lo que le tocaba hacer.
En la notaria, en el juzgado y en muchas partes le negaron el cambio de nombre. Para legalizar el nombre a Sebastián Narvaéz tuvo que recurrir a la ayuda de Bibiana Castaño, quien para ese tiempo fue personera en Granada.
Muerte de Luna
Sebastián y Fabian se convirtieron en los mejores amigos. Como dirían los abuelos, eran uña y mugre y esa amistad guardaba muchos secretos, se compartían consejos y andaban para arriba y para abajo. Fabian le tenía mucho miedo a enamorarse, y casi siempre le decía a Sebastián “uno de los miedos que yo tengo es enamorarme, yo le pido a Dios que me muera antes” Sebastián hace un paneo por la vida de Fabian y dice “en todo lo que yo me acuerdo, nunca se enamoró de alguien, fue una vida sin apegos, simple”.
En la mente de Fabian, siempre estaba la muerte. Y entonces cambió la forma de chantajear a Sebastián. Ya le pedía que hiciera las cosas, con la condición que si algún día él faltaba, Sebastián no podía ir al sepelio o no lo podía llorar. Cuando tenían un cumpleaños y Sebastián le decía que no quería ir, Fabian le decía “cuando yo me muera no llore porque en vida no me quiso acompañar”
Por eso fue que a Sebastián no le dio tan duro la muerte de Fabian “porque como siempre enfatizó en decir esa frase, yo siempre iba a todas las partes que me decía, y a las rumbas que me invitaba” no fue ni al velorio, ni al entierro… solo mandó una carta recordando lo felices que fueron.
El mismo año que mataron a Fabian, Sebastián estaba trabajando en Villavicencio y sacó ocho días para viajar a Granada. Por esos días Fabian estaría de cumpleaños, ya habían celebrado muchos juntos, esta sería la única vez que no lo podían celebrar, pues precisamente ese día, Sebastián tenía que devolverse a Villavicencio.
Finalmente, el día anterior a su cumpleaños, Fabian acepta que Sebastián no estaría en su cumpleaños y le dice “Si no me puede acompañar, entonces arrégleme el cabello“ y Sebastián se lo arregló, Fabian le dijo que estaría en el Bar La Donald y Sebastián fue con el firme propósito de emborracharse con él, pero cuando llegó se encontró con que Fabian estaba con el ex de Sebastián, ya días antes Fabian le había manifestado su deseo de ver a Sebastián y su ex nuevamente juntos.
Sebastián incumplió la cita en La Donald. Al otro día Fabian le dijo “mal hecho de su parte, el último cumpleaños que celebré, usted no estuvo conmigo” Sebastián no les puso mucho cuidado a esas palabras, se fue tranquilo porque ya se había reído mucho con él y necesitaba estar en el aeropuerto José María Córdoba de Rionegro para viajar a las 9 de la noche.
El cumpleaños de Fabian, lo celebrarían en Rionegro. Sebastián recuerda que esa noche llamó a Fabian y le pregunto cómo iba con su cumpleaños, y le contó que el bus que subía de San Carlos, se estaba demorando mucho, la llamada terminó con una frase que dijo Fabian “este cumpleaños tan horrible para pasarla en un hueco”
Sebastián llegó a Villavicencio en la madrugada y aprovechó el resto de la noche para descansar. En el hospital San Juan de Dios de Rionegro, trabajaba en ese entonces un amigo en común de Fabian y Sebastián, se habían conocido porque también había experimentado el mundo de los trans. Al otro día bien en la mañana, el amigo en común llamó a Sebastián para contarle que habían encontrado un cuerpo sin vida con las mismas características de Fabian y lo iban a pasar al anfiteatro como N.N., pero Sebastián no podía devolverse a reconocer el cuerpo y tuvieron que llamar a alguien que si estaba en Granada y que podía ir. Para la mamá de Fabian, Socorrito, era muy común que él se desapareciera de la casa por varios días, pues tenía la costumbre de salir y andar en la bohemia varios días seguidos.
Y así encontró la muerte
La que todos llaman Luna
Con un vientre, pero sin cuna
¿Por qué fue así su suerte
Viendo que era tan fuerte?
Qué Dios perdone al Salvaje,
Que tengas un feliz viaje
Y el corazón me abras
Pa´ decir estas palabras
En este lindo homenaje.
Fabian se fue ese día para la rumba a Rionegro, exactamente para una discoteca en el barrio San Antonio que es la zona más rumbera de ese municipio y allá comenzó a tomar desmedidamente. A las compañías que Fabian había elegido para salir esa noche en Rionegro, les gustaba el trago caro y lastimosamente no estaba acostumbrado a tomar de esa manera, se emborracho tanto que lo tuvieron que sacar, decide coger un taxi para ir a una discoteca más popular que se llamaba La Fogata y que está ubicada cerca al parque. “Aparte de que estaba borracho, estaba drogado, un hombre empieza a cortejarlo y a pedirle que se fuera con él, pero Fabian se negó. El hombre lo esperó un buen rato, hasta que se impacientó. A la fuerza sacó a Fabian de la discoteca y comenzó a golpearle la cabeza contra la pared” así cuenta Sebastián la muerte de Fabian. El hombre le pegó sin compasión y Fabian le pidió varias veces que no le pegara más, se quejó que le dolía mucho. Pero no terminó ahí, montó a Fabian en un taxi y se lo llevó, lo dejó en el parque de Rionegro, en toda la mitad de la calle. El cuerpo de bomberos hizo el levantamiento del cadáver y lo llevaron al hospital.
El estilista
Todo lo que Sebastián vivió cómo trans, hace que actualmente a las personas que más le huya es a los travestis, dice que les tiene miedo “me parece que es una vida fea, de mentiras” y piensa que, si uno se viste de mujer siendo un hombre, queda disfrazado. Cuando decide dar el freno en seco de no seguir con esa vida, le dan ganas de estudiar porque no quiere seguir siendo marcado como todos los gays porque según él “el que no es peluquero, es puta o tiene que estar cociendo” pero como “lo que más choca, más toca” y uno se parece a lo que más detesta; decidió trabajar con unas amigas ayudándoles a empacar regalos y también en la finca, pero eso no le dio resultado, el pago era muy poquito y renunció.
El trabajo en la peluquería no le gustaba porque de solo imaginarse “atender viejas cansonas y hablando maricadas todo el día” no era lo de Sebastián, pero una amiga le ofreció un pago de 30 mil pesos por cada día que le ayudara. El trabajo consistía en hacer aseo los fines de semana y pues había veces que le daba hasta 100 mil pesos. De a poco se fue incorporando en los demás trabajos como el lavado, el cepillado, corte y la tintura del cabello, aunque reconoce que le costó mucho cogerle el ritmo, tanto así que varias veces pensó volverse a trabajar al campo y abandonar esta profesión, porque todo lo que hacía, lo aprendió empíricamente.
Actualmente Sebastián tiene una peluquería y tiene muchos proyectos por delante. A él muchas gracias por todo y deseo que siga siendo pleno.