Sus primeros años transcurrieron en la vereda Malpaso, donde rodeada de naturaleza y de su familia, aprendió a disfrutar de las cosas más sencillas como cualquier niño de su edad. Estudió en la escuela de la vereda hasta el grado cuarto, cuando tenía doce años, y posteriormente se trasladó junto a sus padres y sus hermanos a la cabecera municipal.
Por: Faiber Salazar.
Twitter: @soy_fai
Sobre esta época recuerda, “la vida en el campo para mí fue muy bonita, me enseñó muchísimas cosas, disfrutar de todo por más sencillo que fuera y sacarle el gusto a todo”.
Su llegada a la zona urbana de Granada trajo consigo que empezara a interesarse por realizar actividades diferentes a las que estaba habituada, entre ellas montar bicicleta, eso sí, solo por entretenimiento y sin pensar que esta pasión le traería posteriormente grandes logros.
“La pasión por el ciclismo nace básicamente por las olimpiadas que hacen aquí todos los años; hice mi participación y me dieron una medalla por el hecho de haber participado y esto me motivó. Decidí ir al Club Escuela de Ciclismo de Granada, pero era muy inconstante, y con el paso de los años le fui cogiendo amor, me fue yendo bien en las carreras y empecé a hacerlo con más amor y ganas”, relata Elizabeth.
Gracias a su disciplina y esfuerzo, Elizabeth logró llegar a un equipo profesional y luego a Selección Antioquia y Selección Colombia, con lo que su nombre empezó a sonar en escenarios departamentales y nacionales, e incluso en pistas internacionales.

Dentro de sus principales éxitos están el campeonato nacional sub 23 del año 2022, un campeonato panamericano, una medalla de oro en la prueba de persecución por equipos de los juegos panamericanos en Paraguay, y, además es convocada asiduamente para representar a la selección Colombia de su categoría, premio al trabajo incansable de cada día.
A pesar de sumar ya, y pese a su corta edad, un importante número de podios, medallas y trofeos en varias pistas de Colombia y el mundo, Elizabeth sigue siendo una chica humilde, que todavía con algo de timidez, le regala una sonrisa y un gesto amable a todo aquel que la reconoce en la calle y la saluda.
Pero esa humildad no le limita el deseo de superarse aún más en la vida y en las pistas, y como ella misma lo manifiesta, “creo que aún queda mucho de Elizabeth por dar, creo que es el inicio de grandes cosas bonitas que vienen para mi vida personal y deportiva, y hemos venido trabajando muy duro para poder lograr muchísimos objetivos que aún tengo en mente”.
Ahora su habilidad trasciende también al campo comercial, pues ha decidido emprender con su heladería Oasis Cream, un negocio del que recientemente abrió su segundo punto en el municipio de Granada, luego del buen andar de su primer local en Medellín. A partir de este proyecto pretende mejorar las condiciones de vida de su familia y aportar en la generación de empleo. “El tema de los negocios y el querer emprender, empezó hace exactamente dos años; decido invertir porque la vida se nos va y más el ciclismo que tiene tan corta vida, pero si uno lo sabe aprovechar puede hacer grandes cosas, entonces es invertir y pensar en un futuro”.

Tampoco se olvida de quienes influyeron desde un principio en su amor por el ciclismo, en especial por el club de ciclismo que fue el lugar en el que se formó para ser hoy una de las pedalistas más destacadas en el país. “Darle gracias al Club Escuela de Ciclismo por las bases que me dieron, por la formación tanto personal como deportiva”.
De su amor por Granada, Elizabeth cuenta que “cuando estamos ya mucho tiempo fuera de la casa siempre estoy pensando en Granada, en mi casa. Gracias a Dios he podido recorrer muchísimo mundo, y digo que a Granada no lo cambio por nada”.