Por: Raúl Vélez Tamayo.
Un amigo entrañable, que ha dejado en nuestra existencia un vacío inexplicable, tantas palabras dichas y tantas por decir, tantas risas, tantos análisis, tanta cultura que hoy nos obliga a perpetuarla, porque desde su incansable decisión de vida nos ha permitido entendernos como Granadinos.
Ya no vive nadie en ella, lo diría él con su voz música, las recuas que hospedaba en su casa quedan llorando por su partida. Ya no hay fiestas en su casa, ya no hay guitarras que entonen con orgullo ese delirio de ser Granadino, su legado está siempre en sus palabras que retumban como campanas de bronce en toda nuestras vidas.
Hoy nos despedimos de él, con el nudo en la garganta que deja la partida de un maestro, de un erudito, de un bohemio que dedicó su vida para recordar la poesía costumbrista, la música colombiana; nos deja el orgullo de su linaje de arriero, ese apellido Tamayo que tanto orgullo nos dejó.
Atrás no quedan sus sueños de dejar el árbol genealógico de arriería, de cuentería histriónica, sus café, su aníz, tu guitarra, su piano, antes nos deja con la tarea de que todo esto siga; que la casa de su abuelo sea cuna de nuestra granada, que su casa sea un templo del recuerdo que él quiso hacer y dejó.
A su tumba solo lleva su despojo mortal, lo físico, lo tangible, lo que por ventura pudimos disfrutar como amigos, como familia, pero nos deja su alegría, sus regaños, sus discusiones inconclusas y hasta sus criticas al sistema al que él perteneció, sus cuentos cortos, sus cuentos largos, su pasión incondicional al poeta del pueblo, su música.
Ya la orilla del camino silenciosa está la casa, pero dentro de nosotros siempre estará la bulla musical de su voz, el tenor magistral de sus canciones, la balada de su cuentera. Ya se encontró con sus ancestros, allá debe estar discutiendo el número de mulas que tenía su abuelo, y preguntando por la razón de la modestia de los Tamayo. Allá está mirando y vigilando para que todo lo que él dejó perdure, quede para siempre en los vericuetos mágico de una Granada que hoy no va a contar con el Abuelo, el líder del trío Granada, hoy entregamos al destino, a Dios, los despojos de hijo de Granada que lo amó tanto, que murió como quiso, sin caos, sin hospitales, sin la lástima de la longevidad, murió como mueren los bohemios, en la calurosa soledad de su bohío.