Autor: Adriana María Arenas Ocampo
Abril/04/2021
No quiero ser víctima de mis fantasmas emocionales y psicológicos, fantasmas de secuelas mentales, de una violencia de la cual no entendí sus aberrantes ideologías.
Desataron sentimientos inciertos ligados a la frustración de sueños, opacaron los campos y apagaron vidas.
Bastó ser cuidadosos para caminar por las trochas, con pasos acelerados y ligero equipaje, para huir de violentos que imponían sus propias reglas.
Escapar de las filas de un régimen ilegal, o simplemente salvar nuestras vidas.
Con un padre que guardo silencio, pero su rostro reflejo temor, incertidumbre y tristeza. Mi madre, con ojos humedecidos de angustia y zozobra.
Llegar a una burda ruidosa de cemento y contaminación, una ciudad opuesta al ambiente campesino. Es la más absurda imagen de nunca olvidar.
Desarraigada de mi terruño, forzaron al abandono de tantos años de esfuerzo, costumbres y legados.
Los días pasaron y llegó la depresión, la ansiedad. Otro desafío para enfrentar los recuerdos, para sanar las heridas que no se ven, porque están tatuadas en el alma.
Pero… los años transcurren y sigue innato el amor por mi pueblo de GRANADA ANTIOQUIA.
Aún tengo un equipaje de letras que tienen voz, no lograron despojar el poeta interno que traza magia en lienzo, palabras que danzan por sanar y dibujar un RETORNO.
Bordar las historias, dibujar recuerdos, elaborar diccionarios de emociones, álbumes de un sinnúmero de sentimientos. Ser escritoras de cuentos con finales sanadores.
Mi gran anhelo es regresar a mi tierra inspiradora al lado de los míos, los que me esperan, y los que ya no están.
Al monstruo de la guerra le paso desapercibido, un tesoro. El tesoro del amor... El amor que todo lo puede, todo… hasta de regresar, para que, unidas las víctimas, con resiliencia, superemos pesadillas del conflicto armado.
Así ser protagonistas de nuevas historias de nuestras vidas.