Por: Maria Londoño
Las 6 de la mañana indicaban a Yancelly y sus 16 hermanos que debían prepararse para ir a recibir clases. Ellos son tantos que casi conforman el grupo de estudiantes de la vereda Cristalina Cruces. Al terminar su jornada escolar, se creería que irían a jugar o en su defecto a hacer tareas, pero no, los oficios del campo son tantos que no dan espera. Recoger boñiga para aporcar las cebollas y picar caña para cuidar las gallinas son algunas de las actividades que realizan. Recuerda Yancelly que, en tiempos de molienda, sus padres interrumpían su jornada escolar para que ayudaran con las múltiples labores en la ramada.
A muchos granadinos el ruido de las balas les perturbó la paz que se respira en el campo, obligándolos a buscar nuevos horizontes “tenía quince años cuando nos desplazamos para el municipio a raíz de la violencia, empezamos a buscar trabajo, opciones para salir adelante, de no estancarnos.”
De niños orábamos al ángel guardián para que nos guiara y, para Yancelly, las hermanas franciscanas, además de convertirse en ese apoyo para salir adelante, fueron como el alfarero que va moldeando el barro hasta convertirlo en una figura perfecta. De la mano de las hermanas, Yancelly pulió su amor por la gastronomía, un oficio que inicialmente empezó a desempeñar para ayudar a su familia “yo amaba trabajar con la gente y para la gente haciendo los alimentos”.
Luego de trabajar con las hermanas cocinando durante siete años, “empezó a darme vueltas en la cabeza la idea de tener mi propio restaurante y dije, yo voy tener mi propio restaurante”, con orgullo de ver lo que hasta ahora ha logrado menciona “esto empezó a construirse desde abajo, y aquí estoy con mi negocio, agradecida con Dios, con mis padres y de ante mano con las hermanas franciscanas, las adoro y todo el crédito para ellas”.
Desde que se inicia a subir las escalas de su local ubicado en la variante principal de Granada, se percibe el agradable olor que da fe de la buena sazón y esmero que le pone a cada preparación. “Lo más satisfactorio para mí es cuando un cliente se para de la mesa y dice Yance, gracias, estaba delicioso. Yo todas las mañanas me levanto esperando que todos los clientes se vayan satisfechos y agradecidos por el plato que se les ha llevado a la mesa”.
Al hablar de los paisanos, pareciera que todos llegaran a una misma conclusión “yo amo a los granadinos por su familiaridad, todos somos como familia, aquí llegan y todos nos conocemos y todos somos unidos y solidarios, es lo que más amo de estar acá en Granada”.
En su rostro se refleja, lo que identifica a los granadinos: anhelo de salir adelante con la satisfacción que da trabajar en lo que se ama “el reto que tengo en estos momentos en mi vida en cuanto a lo laboral es ser el mejor restaurante. El mejor, en calidad, en atención, en infraestructura, en todo, esa es mi meta”.