Por: Jeison A. Giraldo
Aún tengo en mis brazos la medida para abrirlos, dar un abrazo y un beso en su cabeza.
Todavía tengo en las palmas de mis manos la rigidez de su mejilla siempre afeitada cuando la tocaba y le agregaba un insulto de cariño.
Tengo en mis ojos la cara de perro fiel que ponía cuando terminaba de darle una caricia.
Tengo en mis odios la voz que me dice "este ñervo si es muy pendejo"
Tengo en mis labios una frase para decirle, cochinote ¿Tiene plata pa' que me preste?
Tengo una respuesta a todos los 29 de diciembre cuando me llamaba a felicitar por el día de mi cumpleaños ¿Quiere desayuno o un aguardiente?
Si. Tengo la respuesta, quiero las dos cosas.
Tengo en mi celular un poco de llamadas de Perilla para pedir música, tengo una canción que voy a recordar siempre.
Lástima, cochinada que ya no tenga quién me conteste en el 310 546 28 40.
Tengo en mis zapatos la fuerza suficiente para darle una patada de amigo mientras me lo encuentro en la calle desprevenido.
Tengo en mi memoria recetas para mejorarme de un terrible guayabo.
Tengo ganas de decirle al mundo que cuando yo sea viejo quiero ser como él.
Tengo una anécdota con Perilla y Gurre en La Junín, tengo una copa servida con un aguardiente doble dónde Aureliano, tengo un pastel y una arepa de huevo donde El Gordo de La Familiar, tengo un turno en la planta, tengo una máquina para arreglar en el negocio, tengo una moto y un casco chatarra.
"Quién te dijo que morir
Era perder una guerra
Y por seguir en la tierra
Te tenían que aplaudir
Si al fin, dejar de existir
Es nuestra mayor verdad
Vive con tranquilidad
Y cuando acabe el camino
Entrégate a tu destino
Con total serenidad"