A un costado del quiosco de Postobón, enfrente del restaurante La Oriental o cerca al taller de Los Caravanas está ubicado el puesto de frutas de doña Silvia Helena López González.
Con cualquiera de estos puntos de referencia se puede dar fácilmente con ella, una mujer que todos los días, a eso de las 8 de la mañana, sale hasta este sitio en La Variante de Granada a ganarse la vida con la venta de fruta picada.
“De ocho a seis de la tarde trabajo todos los días. Vendo todo lo que se ve aquí: papaya, mango, piña, de todo lo que se ve aquí yo le ofrezco a la gente a dos mil, a mil. Siempre tengo ese precio, no lo he cambiado por más, así esté cara la fruta, y con la ayuda de Dios me va bien”.
Silvia nació y se crió en la vereda Los Medios, ubicada en la cuenca Calderas, allí pasó su infancia y juventud, rodeada de su familia y la tranquilidad que ofrece el campo. “Cuando no había esa violencia, vivía uno bueno allá”, dice.
En Los Medios, ayudaba a su madre en los oficios del hogar y llevaba los alimentos a los hombres que se desempeñaban en las labores del campo. “El día a día allá era en la casa ayudándole a mamá y ayudando a llevar las comidas a la ramada, a la finca. Esa fue la crianza mía, hacer el desayuno, el almuerzo, la comida… O sea, cocinar y llevarles”.
“Después de la violencia fue donde todo se descuadró y ya me aburrí”, recuerda ella con algo de nostalgia, y agrega: “Me vine como a los 20 años de la finca y ya me fui a trabajar a Medellín”. De la ciudad de la eterna primavera pasó a la capital del eje cafetero, Pereira, en donde se puso a trabajar en una panadería. “Trabajé ocho años, y como vi los papás que estaban muy enfermitos, me vine de allá, por estar pendiente de ellos”.
La venta de frutas le ha permitido conseguir su sustento desde hace ya seis años. “Desde que me vine, fui a la alcaldía y pedí un permiso y me lo dieron, y desde eso estoy trabajando acá. Tengo mucha clientela, ellos arriman porque es que yo soy muy formal pa atender la gente. Esa es la herramienta de trabajo de uno, ser formal con la gente”.
Silvia es orgullosamente granadina y solo la violencia, que en las décadas de los noventa y el dos mil vivió el municipio, logró sacarla de su terruño. Hoy como en su época de juventud disfruta del día a día en el pueblo, pero, tras poco más de 20 años, lo hace en la zona urbana y cuidando de sus padres con quienes vive.