Sábado, 18 2024 May

Por: Maria Londoño

Las 6 de la mañana indicaban a Yancelly y sus 16 hermanos que debían prepararse para ir a recibir clases. Ellos son tantos que casi conforman el grupo de estudiantes de la vereda Cristalina Cruces. Al terminar su jornada escolar, se creería que irían a jugar o en su defecto a hacer tareas, pero no, los oficios del campo son tantos que no dan espera. Recoger boñiga para aporcar las cebollas y picar caña para cuidar las gallinas son algunas de las actividades que realizan. Recuerda Yancelly que, en tiempos de molienda, sus padres interrumpían su jornada escolar para que ayudaran con las múltiples labores en la ramada.

Por: Faiber Salazar.

Twitter: @Soy_Fai

Notables cambios físicos y unos cuantos años más acompañan hoy el sueño de Tomás Castro de convertirse en dj, ese que permanece enclavado en su cabeza desde hace más de 7 años cuando apenas empezaba a hacer parte de REPORTERITOS, semillero de iniciación y formación en las comunicaciones de Granada Stereo.

Autor: Adriana María Arenas Ocampo

Abril/04/2021

No quiero ser víctima de mis fantasmas emocionales y psicológicos, fantasmas de secuelas mentales, de una violencia de la cual no entendí sus aberrantes ideologías.

Por: Faiber Salazar N.

Twitter: @Soy_Fai

Don Cesar Augusto Giraldo García, nacido entre las veredas El Jardín y La Honda central, sector ‘El Tambo’ como él le llama, se destaca por ser un campesino humilde y alegre, y por ese optimismo envidiable con el que ve la vida. “Nosotros nacimos ahí, después volvimos y volteamos a Santa Ana. Ahora tengo la casita en Santa Ana pero estoy peleando con un trabajaderito pal Roblal. Por ahí tengo una cafeterita sembrada, platanitos, yuca. Correrle al hambre”.

Desplazarse a la ciudad huyendo de la violencia que azotaba al municipio, fue la decisión obligada de doña Griselda Arias, una de las tantas mujeres granadinas aguerridas para la que las incomodidades y trasnochos hacían parte de su día a día para poder sacar sus hijas adelante y obtener el sustento. Todas esas dificultades no lograron desdibujar la sonrisa que lleva siempre en su rostro. “Soy la señora que vende las empanadas allá en la esquina de la plaza, antes trabajé con arepas”. Con el orgullo que da el trabajo honesto manifiesta que “prácticamente con eso les pude dar siquiera hasta el bachillerato a mis hijas”.

Aunque su llegada a Granada hace 24 años se dio en medio de problemáticas de racismo que también existían dentro de la comunidad, mediante su trabajo y su actuar incorrupto, Eneida Palacios Valencia ha sabido ganarse el cariño y respeto de todo el pueblo granadino.

Iniciar un proyecto. Otro más. Volver a empezar uno diferente sin renunciar a su deseo de realizar algo que le aporte a crecer como persona y que le ayude a mejorar las condiciones de vida de su familia, ha sido siempre, tras terminar sus estudios de secundaria, la motivación de Yadier Felipe López Hoyos a la hora de proyectar su vida, y es precisamente esa persistencia la que convierte a este joven de 25 años en un ejemplo para muchas personas.

Por: Faiber Salazar y Yeison Giraldo.

La vereda siempre conservó su nombre “Las Vegas”, pero no siempre tuvo la carretera que comunica al crucero, que hoy es un balcón desde donde se divisa la vereda La Cascada. Antes eran unos caminos casi que intransitables. Actualmente como si se tratara de aquellos primeros días, nuevamente llega mucha gente a este sector para seguir poblando la vereda y se pueden ver en el trayecto fincas lujosas que hacen de ella una de las más habitadas de Granada; tiene una carretera que está pavimentada en placa huella. Anteriormente y para ese tiempo era mucho más el frio en esa zona.

Fotos: Docente Luisa Velez.

Por: Jeison A. Giraldo

Recuerdo que mientras desayunaba, mi hermana me contaba que tenía una reunión con la profesora de su vereda porque debían cuadrar los horarios para el nuevo año. El Ministerio de Educación dio luz verde para iniciar nuevamente los estudios después de un año bastante agudo por el tema de cuarentena y clases virtuales.

Escuchando el canto de los pájaros, el sonido del río y disfrutando del aire puro y la suave brisa que solamente ofrece el campo, transcurrían los días de José Mauricio Arias Murillo en la vereda El Tabor. Diariamente, empuñaba entre sus manos un machete para limpiar la maleza de los palos de café y demás cultivos con que contaban en su finca, y en esta labor ayudó a sus padres durante varios años.