Un dulce, una palabra cordial y un trato amable, seguramente siempre recibirá cualquier persona de parte de Darío Giraldo; estos fueron los cimientos que fue solidificando en sus años de infancia en la vereda La Cristalina, en compañía de sus padres y sus tres hermanos, mientras disfrutaba de la paz del campo. Recuerda que allí vivió una niñez inolvidable, en la que disfrutaba de juegos como carritos, quemados, bolitas, yoyo, y de todos disfrutó en compañía de sus primos.