Por: Emerson Vergara.
Su infancia la vivió en el campo, con una familia unida y humilde, donde a pesar del trabajo duro, se le inculcaron buenos valores como ser humano.
Entre risas nos cuenta sobre su estudio vivido en el mismo corregimiento. “Mi estudio fue poco no por mal estudiante, ni por desaplicado”, como mayor de los hijos hombres, se retiró de tercer grado escolar para ayudar a su familia a salir adelante. “Doy gracias a Dios porque desde pequeño pude hacer un aporte a mi familia”.

Desde muy pequeño, demostró mucho interés por la música a pesar de su timidez. Después de un tiempo, y como muchos paisanos, se desplazó a la ciudad por culpa de la violencia y allí se desempeñó en varios trabajos, entre ellos el transporte público, donde recuerda que un día transportó unos músicos cerca a la 70 con San Juan, zona céntrica en la ciudad de Medellín, y posteriormente recogió una pareja. Al momento de tratar de quitar el seguro de la puerta, se da cuenta que llevaba una guitarra con su respectivo estuche. “Obvio es de los músicos que acabé de llevar», reflexionó para sí mismo. Llevó a la pareja a su destino y regreso con guitarra en mano a donde en un principio había dejado a los mencionados músicos, para devolverles su apreciado instrumento. Desde ahí, se volvió amigo de los mismos y cuando tenían que movilizarse en la ciudad para diferentes presentaciones, le hacían el llamado a Rodrigo para que lo hiciera. Lo cuenta como su primera experiencia con la música, aunque no fue tan musical.

Entre trasportar los músicos y ensayos de los mismos, notaron el talento que Rodrigo tenía, tanto así que lo invitaban solo para que interpretara apartes de las canciones y al ver su afinación le decían, Rodrigo ¿usted alguna vez ha cantado?, a lo que el respondía entre risas: “claro que si en el baño”… Y así se creyó el cuento en la música.
Con muchos tropiezos armo su show. Con solo 5 canciones montadas tuvo la oportunidad de presentarse en una tarima, donde fue tanta la acogida por el público que querían seguir escuchándolo.
Con 20 años en la música, tiene 63 temas de su autoría, con aporte igual de su familia, pues su esposa también escribe.
Canciones populares como vivan sus vidas y mi amigo el licor, y parranderas como le doy pa lo diario y voliando dedo, son de sus temas más reconocidos, pues desde grandes hasta chicos las corean en sus presentaciones.

Su marca ‘El Jilguero del Oriente’ lo lleva porque un animador en un evento en el que se presentó lo llamo así y, desde eso momento, lo adoptó como nombre artístico.
Su vida trascurre entre el comercio y la música, ayuda a su esposa en una marca de pijamas llamada “Celinda”.
El es Rodrigo García un granadino que como muchos, con esfuerzo y perseverancia trata de salir adelante en la música.