Y es que tan solo unos días después de concluida esta celebración religiosa, Elmer empieza otra vez a hacer las cuentas para salir con la banda el siguiente año, “esperar que llegue la Semana Santa pa servirle a Dios, porque es bonito. Uno sale en la banda de los judíos de día y de noche; jueves, viernes y con el Santo Sepulcro”.
Trabajó hasta hace poco como cotero, pero debió dejar su empleo por salud, pues ahora padece de algunos problemas de columna, “descargar camiones, alzar abono pa arriba pa los sembrados y me iba bien”.
Le halaga que se refieran a él como el de la Banda de los Judíos, pero esa no es su única pasión. También es amante del fútbol y de la misma manera que recita apartes de la dramatización de la sentencia, nombra uno a uno a los jugadores de su amado Atlético Nacional.
Jugaba micro “pero ya no juego, porque tengo una rodilla mala. El Nacional me gusta desde niño. Me recuerdo de Jarlan Barrera, ahí está Chipi Chipi”.
Ahora acompaña a Amanda, su madre, a casi todas partes y se le ve en algunos lugares del pueblo conversando con personas del gremio del transporte o cualquier otro que le ponga pláticas sobre fútbol o la Semana Santa a la espera de que se lleguen los días de vivir, desde su rol de judío, la pasión, muerte y resurrección del Señor.