Por varios años trabajó como cotero, descargando madera en San Luis, san Carlos, Medellín, continua, por todo eso. “Cuando se volcó la escalera, la verde, en la que también trabajé de bulteador, estuve no sé cuántos días en el hospital”.
De su vida amorosa recuerda que conoció a su esposa en la vereda Malpaso, y con la espontaneidad que lo caracteriza, relata que él andaba con un canasto detrás de ella, de esos que usaba para llenarlo de leña para hacer “cacao por aquí, y ella corría como de miedo y yo casi no la alcanzaba y, ya llevó más de 45 años de casados”.

De su memoria se ha borrado desde hace cuánto fuma tabaco. Lo que sí tiene muy claro es el por qué le gusta, “para echar humo bien bueno, por lo amargo y el sabor”. Sus gustos musicales van ligados a la vena campesina, en la que se lleva el género popular en la sangre, “pa’ que velorios, camino a moroso”.