Por: Jeison A. Giraldo.
Sería un buen ejercicio comenzar a querer al prójimo, un mandamiento que nos dejó el maestro en su estadía por la tierra y por el que tal vez vamos a ser juzgados al final.
Pareciera que fuera un guion para la homilía de los curas en el altar. Son muy bonitas mis palabras, pero sé que ponerlas en practica sería aun más bonito.
Hace poco, recibí en el chat de mi celular un mensaje de alguien muy especial para mí “Maza, le cuento que estoy rezando por usted”.
De la única que sabía que rezaba mucho por mí, era mi mamá. Pero de ahí en adelante, la verdad no tengo conocimiento y que sea el momento para agradecer a los que en silencio han orado por mí.
Las pocas oraciones que hacemos, la hacemos pensando en nosotros mismos, en que las cosas nos vayan bien. Me imagino que Dios, siendo nuestro padre, debe escucha la suplica que nosotros elevamos por los demás.
Ojalá de ahora en adelante, nos demos a la tarea de orar por los demás, comenzar con el listado de personas más cercanas a nosotros hasta que orar por los demás sea un acto tan bonito que podamos poner en las manos de Dios los planes de aquellas personas que no nos caen bien.
Al menos, yo ya empecé.
