La mayor parte de la noche y la madrugada había llovido, para muchos en el campo era maravilloso el sentir las gotas de vida en los techos ya que en la imaginación se veían los suelos secos absorbiendo con ansias ese liquido que no solo sacia la sed de las plantas y animales sino que trae nutrientes para el suelo; en mi caso, la lluvia surtía un doble sentimiento: por un lado, al igual que el resto de campesinos alegría por el café, el plátano, la yuca, el cacao y el pasto de la finca y por otro la preocupación por el viaje de los “Mercados Campesinos de Granada con Amor” que lleva productos cultivados y procesados por los granadinos, especialmente por campesinos, que habitan en el municipio para ser comercializados en Medellín. “¿Habrá viaje?”, “¿Y para llevar las cosas hasta la escalera?” me hacía yo mismo una serie de preguntas mientras escuchaba la lluvia en el techo de la casa y esperaba que pasara el tiempo.