Levántese, le dije a mi hijo de 13 años, al tiempo que le quitaba la cobija. ¿Qué hora es, papá?, me preguntó. Las 3 de la mañana, le contesté. Pero si usted sabe que estoy castigado en el colegio y hoy no puedo ir a estudiar, volvió y me dijo. Por eso se va a levantar ya, porque tiene que aprender un oficio donde no necesite estudio. Con solo saber contar plata es suficiente −le aseguré−. Póngase la ropa más viejita que tenga, terminé diciéndole, después de que él se levantara sin más reproches.