Gabriel Ramírez, un comerciante de crispetas y alegría

Por: Maria Londoño.

En Gabriel resalta la humildad, amabilidad y sencillez con la que dialoga con sus clientes, sea de la edad que sea, o con amigos que se acercan hasta el punto en el que se ubica a antojar con su producto a niños y hasta a los adultos que pasan por su lado.

Recuerda que inició en este oficio como ayudante, luego dio el paso a trabajar con un compañero y finalmente se independizó, “lo que a mí me gusta de esto es que es un trabajo que no es demasiado duro, es fácil”.

 La eucaristía de 12:00 m va avanzando, mientras tanto Gabriel enciende el gas para hacer su preparación, abre una de las puertas de su carrito, agrega una porción de maíz, azúcar y demás ingredientes que minutos después se convierten en unas palomitas caramelizadas, esperando a que el olor que se esparce, atraiga a los clientes.  

Recuerda que antes sus ingresos los obtenía gracias a que laboraba como ayudante de construcción, “me buscaban para ayudar a cargar materiales”. De Granada menciona que “me gusta que el pueblo es muy tranquilo, la gente muy amable. Todo, el ambiente”.

Gabriel da fe de la pujanza que caracteriza al granadino, esa que desde que se es niño le permite trazarse su principal objetivo, salir adelante. “Sueño seguir trabajando hasta que pueda”, finaliza Gabriel.

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