A las 11 de la noche del martes 15 de octubre, sonó un trueno, yo estaba dormido y fue tan fuerte que me despertó, abrí los ojos y sorprendido en mi cuarto comencé a realizar varios análisis.
Por Jeison A. Giraldo, locutor Granada Stereo.
No me acuerdo con exactitud cuando fue que mi cuerpo se acostumbró a escuchar el sonido de los truenos y tampoco me acuerdo de la respuesta de mis padres cuando comencé a preguntarle por esas cosas naturales que suceden.
Los días lluviosos me parecían incomodos, porque mientras me desplazaba hacia las partes donde debía llegar, mis lentes se empañaban.
Las nubes y sus figuras me parecían algo tan bonito, trataba de ver la imagen de Dios en las cosas que el firmamento mostraba.
También me acuerdo de las diferentes peleas que tenía con los compañeros en el kínder porque todos teníamos la idea de que la luna caminaba con nosotros, ahora que me acuerdo y me da risa porque en noches de luna llena, yo me paraba y miraba si la luna también, luego caminaba y ella ahí arriba de mi caminaba conmigo.
Le preguntaba a mis papás porque el arcoíris no se hacían detrás de la casa siempre que llovía, pues ya había tenido la oportunidad de verlo detrás de la casa al lado de la quebrada.
Todo lo anterior para reflexionar en lo poco detallistas que nos hemos vuelto, en lo común que se vuelven las cosas que pasan a nuestro alrededor. Por eso ya nos apasiona más ver amaneceres, atardeceres y todo ese mundo de cosas que nos ofrece la naturaleza por TV.