Por: Dubian Giraldo
Su habitación en la cual llegaba a descansar, a reflexionar y a planear todo lo concerniente a su labor, también fue de cierto modo nuestra casa, ese lugar de risas, de ver partidos de Nacional, de la Selección Colombia, fue un espacio en el que nos encontramos tantas veces a compartir, contar chistes flojos y vivir una bella amistad, con un combo de amigos: Miro, Darío Tirito, Faiber, Fercho, Mazamorro, Emerson Gurre, Mauricio Suárez, Pachito Naranjo.
Al llegar a su habitación, primero nos encontrábamos con su escritorio, y en ella sobresalía un cuadro donde se vía un pollito con la cara del padre Darío, más adentro su cama, y una silla café grande, en la cual nos turnábamos todos para utilizar, era muy confortable, reclinable.
El padre fue nuestro amigo, compañía de recorridos y momentos que quedarán grabados en la memoria, fuimos varias veces al estadio Atanasio Girardot a ver jugar al Atlético Nacional, incluso salimos de paseo a Sante Fé de Antioquia, o departir en la finca de Leo, a celebrar algún cumpleaños, o charlar un poco.
No podía faltar la canción Rama Seca del dueto América, la cual cantaba de inicio a fin, música popular o incluso se animaba a cantar vallenatos.
Como olvidar a su voz tierna, su consejo preciso, su saludo en las eucaristías: “mis hijitos muy amados” o sus dichos “esto no pasa por acá, pasó en Cafarnaúm” o las filas de personas que le hacían los domingos a quienes les daba un aliento espiritual y material, porque el padre Darío fue muy generoso y lo decía con mucha certeza: “Si algo habla bien de la iglesia, es la caridad, la generosidad”.
Muchas gracias Padre Darío por tantas enseñanzas, por los momentos vividos, los cuales quedarán albergados en el corazón. “Mis mejores años los viví en Granada” nos manifestó en enero del año 2022 en su casa.
Gracias padre Darío.